Estados Unidos ha aprobado la mayor venta de armas a Taiwán de su historia, un paquete de 11.100 millones de dólares que marca un hito en el apoyo militar a la isla. La medida responde al creciente acoso militar de China, que reclama soberanía sobre el territorio insular y ha intensificado su presión diplomática y militar en los últimos meses.
El paquete incluye ocho categorías de armamento: sistemas de cohetes múltiples HIMARS, misiles ATACMS con alcance de hasta 300 kilómetros, misiles antibuque Harpoon, misiles antitanque Javelin, obuses autopropulsados M107A7, drones Altius-700M y Altius-600, software de red táctica y repuestos para helicópteros AH-1W. Se trata del segundo anuncio de venta de armas desde el inicio del segundo mandato del presidente Donald Trump.
El Ministerio de Defensa de Taiwán subrayó que «Estados Unidos sigue ayudando a Taiwán a mantener suficientes capacidades de autodefensa y a construir rápidamente un fuerte poder de disuasión y aprovechar las ventajas de la guerra asimétrica, que constituyen la base para mantener la paz y la estabilidad regionales». El presidente taiwanés Lai Ching-te había anunciado el mes pasado un presupuesto suplementario de defensa de 40.000 millones de dólares para el período 2026-2033, advirtiendo que «no hay lugar para compromisos en materia de seguridad nacional».
El Pentágono justificó la venta afirmando que sirve a los intereses nacionales, económicos y de seguridad de Estados Unidos al ayudar a Taiwan a modernizar sus fuerzas armadas y mantener una «capacidad defensiva creíble». Rupert Hammond-Chambers, presidente del Consejo Empresarial Estados Unidos-Taiwán, describió el paquete como un «récord en la asistencia de seguridad de Estados Unidos a Taiwán, una respuesta a la amenaza de China y a la exigencia del señor Trump de que los socios y aliados hagan más para asegurar su propia defensa».
Pekín denuncia "señal gravemente errónea"
China reaccionó con dureza. El portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores, Guo Jiakun, acusó a Washington de enviar una «señal gravemente errónea» a las «fuerzas separatistas» taiwanesas. Afirmó que la venta «daña gravemente la soberanía, la seguridad y la integridad territorial de China» y «socavan gravemente la paz y la estabilidad en el estrecho de Taiwán».
Guo denunció que «las fuerzas separatistas intentan buscar la secesión mediante las armas y rechazar la reunificación por la vía militar, despilfarrando el dinero ganado con el sudor del pueblo y tratando de convertir Taiwán en un 'polvorín'». El portavoz advirtió que esto «no puede cambiar el destino inevitable del fracaso de la independencia», sino que «acelerará el avance hacia una situación peligrosa».
El Gobierno chino calificó la cuestión de Taiwán como «el núcleo de los intereses fundamentales de China» y «la primera línea roja que no puede cruzarse». Pekín acusó a Estados Unidos de intentar «utilizar a Taiwán para contener a China», estrategia que según Guo «fracasará», y prometió «adoptará medidas firmes y contundentes» para defender sus intereses.
Asimetría militar como estrategia
La venta se produce en un momento en que Taiwán transforma su doctrina militar hacia la "guerra asimétrica", priorizando sistemas móviles, más pequeños y económicos pero potentes como los drones. La Nueva Estrategia de Seguridad Nacional estadounidense, revelada este mes, enfatiza la disuasión de conflictos sobre Taiwán «preservando la superioridad militar» de Estados Unidos frente a China en la región.
La ubicación estratégica de Taiwán, que divide «el noreste y el sureste de Asia en dos teatros distintos», explica su importancia geopolítica. Existen temores regionales de que la tendencia de Trump a cerrar acuerdos y su visita prevista al presidente chino Xi Jinping el próximo año puedan debilitar el apoyo estadounidense a la isla.
Nota: Este artículo fue creado con Inteligencia Artificial (IA).
